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autor Escrito por apologeta
Gobernador
Monday 15 de March de 2021 19:53

Para Educar Bien a los Hijos… Hay que Educar Antes a los Padres!!

A Napoleón le preguntaron a qué edad se debería empezar a educar a los hijos y él respondió: “Veinte años antes de que nazcan, educándose primero los padres”.

El por qué, de este tema que expongo ahora?? Qué acaso estamos perdiendo los conceptos más básicos de una sociedad?? O es que ya nos está “cargando el payaso” a esta jodida sociedad!! Este tema va dirigido a nuestros profesores, pero más a los padres de familia y cuando digo padres… es, a los dos!!

Cada vez más seguido sale publicado en periódicos, que jovencitos menores de edad agreden a sus padres, y tal parece que la cifra va en aumento. En verdad lo siento por los padres, pero muchísimo más por estos jovencitos que demuestran ser muy desgraciados. Cuando los niños en casa tienen unos padres que se aman y respetan entre sí, que son afectuosos con ellos, que se interesan por sus cosas, que les ayudan en lo que pueden, que hablan con  ellos, no es tan fácil que esto suceda porque los niños viven y copian lo que ven a su alrededor.

Tengo familiares y amigos que han formado familias ejemplares, y los hijos son tan educados y afectuosos que en verdad es un deleite estar con ellos. Pero también sé de niños que ya no pueden ser peor, son mal hablados y peleoneros, pongo como un ejemplo a un padre de familia, como muchos que son fanáticos del Santos, estaba tan furioso que empezó a dar porrazos a la tele hasta destrozarla, gritando improperios con la familia reunida, porque su equipo de fútbol no había ganado. Ese es un ejemplo, como otros peores de cuando llega ebrio a casa… se torna un “San Quintín”. Esos son los ejemplos que no se deberían dar a los hijos. Pero también es cierto que de padres buenísimos han salido hijos malísimos, pero no es lo más común.

Hay un proverbio africano que dice: "Hace falta todo un pueblo para educar a un niño”. Un pueblo donde todos se conocen, se quieren, se interesan por el bienestar de los demás, donde los ancianos son sabios, y los chicos los admiran y los quieren escuchar, donde todos los adultos cuidan a los niños con un precepto similar.

Y ustedes lectores, me dirán que en las aldeas africanas son tan pequeñas que todos se conocen. Y yo les contesto: Qué acaso nuestros ranchos en México no son tan pequeños como una aldea africana?? Y qué ejemplos se les da a los pequeños allí?? Borracheras, balaceras y venganzas entre familias… sin contar con las madres solteras que por allí abundan.

La educación de nuestros niños y jóvenes no pueden quedar en las manos exclusi­vas de los centros educativos. Cuan­do un niño llega al kindergarden con tres o cuatro años, lleva dentro de sí, toda una serie de hábitos, actitudes y compor­tamientos aprendidos que serán la base sobre la que irá construyendo su personalidad en todas sus face­tas. En los centros educativos nuestros hijos pasan un 20% de su tiempo, o sea 5 horas. El resto, 80% o 19 horas, estarán bajo la mirada y responsabilidad de sus padres.

Hace falta todo un pueblo para educar a un niño. Este proverbio africano nos dice: Educar a todos entre todos, ese es el ca­mino para lograr una sociedad más justa. En este sentido, se hace nece­sario cada vez más, la puesta en mar­cha de proyectos y programas donde todos, docentes y familias, podamos parar y reflexionar. Se echa de menos aquellos tiempos en que la sociedad en general y el mundo educativo en particular de­dicábamos parte de nuestro tiempo y esfuerzo a analizar, valorar y tomar decisiones sobre el qué y el cómo educar a nuestros hijos y alumnos. Fueron tiempos de análisis y de toma de decisiones que he­mos comprendido como necesarias. Fueron momentos esperanzadores; fueron tiempos ilusionantes. Fueron momentos vivos en que los centros educativos, y la sociedad en general, hervían de ganas de hacer y, sobre todo, de innovar.

Han pasado los años y parece que todo ha ido diluyéndose. Nos hemos metido en nuestros centros y en nuestras aulas. Los centros se han puesto una coraza y apenas mantienen relación con su entorno y gente más próxima. Es tal vez un mecanismo de defensa frente a la que está cayendo, frente a todo lo que se está exigiendo a los centros educativos y lo poco que se les está dando para hacer efectiva esta labor tan importante y fundamental en la sociedad que estamos construyendo en el día a día: su futuro y su progreso. Nuestra sociedad del futuro depende de la formación que seamos capaces de dar a nuestros hijos… para bien o para mal.

Se observa en este momento en el mundo educativo, aunque a lo lejos todavía, algunos grupos de personas dispuestas a trabajar en equipo, a buscar nuevas fórmulas y estrategias que permitan conseguir una mayor calidad en nuestros centros, a ana­lizar y valorar aquellas actuaciones educativas que han tenido éxito en otros espacios y a ponerlas en mar­cha, si así se cree oportuno, aquí y ahora. Son personas que represen­tan a toda la comunidad educativa porque la clave del éxito final radica en la común unión de todos los que buscamos el mismo objetivo, una es­cuela de calidad para todos nuestros hijos y para todos nuestros alumnos. Pero en este empeño no podemos ni debemos estar solos. La sociedad, y en especial sus representantes elegi­dos democráticamente, han de em­pujar con todas sus fuerzas para que todos los movimientos a favor de una escuela de calidad sean apoyados e impulsados y no frenados ante el te­mor de no sé qué miedo… que no se sabe muy bien a quién.

Si les “cayó el saco” a esos padres desobligados… pues pónganselo!!  

Continuará: PRIMERO EDÚQUENSE PADRES… y luego platicamos!!

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