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autor Escrito por apologeta
Gobernador
Monday 28 de June de 2021 01:14

LAGUNA SALADA… LA DESCONOCIDA TRAGEDIA MILITAR!!

Una decisión equivocada, un calor asfixiante y un grupo de soldados que desconocían la zona se conjugaron en una fórmula que marcó un episodio fatídico para el Ejército Mexicano en el desierto de Mexicali, un verano de 1996. Parecía un ejercicio más, sobre todo porque otros nueve grupos ya lo habían realizado sin ningún contratiempo.

Llegaron en vehículos "todo terreno" al Cañón de Guadalupe un 16 de julio. Realizaron ejercicios con cuerdas de rappel y descansaron en esta zona. Posaron para varias fotografías con sus rifles, se bañaron en las pilas de agua y se surtieron de algunas provisiones. La meta era llegar caminando hasta un campamento instalado en el Campo Mosqueda, ubicado en el kilómetro 49 de la carretera a San Felipe.

Para ello, además de atravesar el desierto, tenían que cruzar la Sierra Cucapah. Eran 32 kilómetros los que debían caminar y escalar. Salieron del Cañón de Guadalupe y cruzaron el ejido Martínez Manatú hasta llegar al ejido Guardianes de la Patria. La madrugada del 29 de julio empezó la última etapa de la prueba. Ninguno de ellos pensó que fallarla les costaría la vida. A las 03:00 horas salieron al desierto.

La Patrulla Militar, compuesta por elementos del 18 Batallón de Infantería, traídos desde Nogales, Sonora, se enfrentaba a una prueba de supervivencia en Mexicali. La mayoría eran jóvenes con no más de un año en el Ejército y con solo dos errores de su Comandante: El primero, desviar el camino y dar mal las coordenadas, y el segundo, entregar un equipo de radio sin batería de repuesto… estos fueron los factores que provocaron la trágica muerte de un grupo de militares en Laguna Salada, Baja California, en el verano de 1996.

Después de dos semanas de convivir en un desolado lugar conocido como Laguna Salada, a cuatro horas por carretera de Mexicali, la caminata, que ese día comandaba el subteniente Alejandro Herrera Montalvo, era la última prueba para concluir el Curso de Patrullas de Operaciones Especiales (CPOE). El grupo pertenecía al 18 Regimiento de Caballería Mecanizada que tiene su base en Nogales, Sonora, y el adiestramiento se había iniciado el día 16, en su primera fase, con tácticas para operaciones en montaña en la región del Cañón de Guadalupe. Días después se habían trasladado a un lugar cercano llamado El Manatú, en donde desarrollaron la segunda parte, que consistía en estrategias para operaciones en el desierto. El día 25 la patrulla partió en una caminata nocturna hasta Guardianes de la Patria, donde fue adiestrada sobre operaciones en poblados. Cuando, al amanecer del día 29, Cota Santillanes comenzó a sentir los primeros síntomas de deshidratación, y otro de sus compañeros, el soldado de Intendencia, Tomás Matlacuatzi Meléndez, también tenía un profundo mareo que le impedía sostenerse en pie. La tarde anterior, en Guardianes de la Patria, los integrantes de la patrulla tuvieron su última revisión médica antes de partir, a cargo del Teniente Jorge Carrillo Guzmán, médico cirujano especialista en ginecobstetricia, que había llegado de la comandancia de región con el Mayor Héctor Sánchez Rodríguez para dejarles una dotación de víveres. El Capitán José Ever Rueda Barrón, coordinador del curso, le entregó un informe al mayor Sánchez sobre lo realizado en los últimos días y le notificó que el programa llegaba a su fin al día siguiente con la marcha. Carrillo Guzmán atendió a varios soldados, a algunos les revisó la piel por quemaduras, a otros, como el Sargento Luis Saavedra López, lo exceptuó de la caminata por tener una torcedura en el tobillo. A Cota Santillanes, después de revisarle boca, tórax y abdomen, le recetó metronidazol debido a que se quejaba de dolores en el estómago. La hora para salir hacia Campo Mosqueda, a 32 kilómetros de ahí, estaba fijada a las tres. El capitán Rueda Barrón seguiría al grupo en un carro ligero de exploración con remolque, en el que transportaban un tambo con 200 litros de agua y víveres. Con él iban los subtenientes Rafael Galindo Vázquez y Gustavo Moreno Osorio, instructores en las primeras semanas del curso, así como el Cabo conductor Alberto Zárate López y el lesionado Saavedra. Las instrucciones del capitán al subteniente Herrera Montalvo, comandante de la patrulla, eran que entregara a todos los integrantes los datos de la marcha, planos de orientación, la dotación de agua y víveres para el camino. El objetivo era que la columna llegara alrededor de las ocho de la mañana a un puesto de observación y vigilancia establecido en las inmediaciones del cerro “El Mayor”, donde serían reabastecidos.

CONTINUARÁ… LA DESVIACIÓN MORTAL!!

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Hay 8 respuestas al foro

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