Mc México y el invasor invadido
Héctor Castañón ¿Hamburguesas en Oaxaca? Bueno, eso ya es tan común como tacos en Manhattan, pizzas en Tokio, tapas en Bangkok y sushi en Madrid. Puede parecernos una aberración cultural o culinaria, pero este es el tipo de mundo que hemos construido desde hace más de dos décadas cuando la globalización salió de los diccionarios a las calles, restaurantes, baños, oficinas y cocinas. La mundialización -de la comida, el comercio, la política, los derechos humanos- es un fenómeno que ya no podemos parar. No nos queda más remedio que acostumbrarnos: cerrar fronteras es una idea provinciana. Pero ¿qué piensan hacer con los más de 235 McDonald’s que se han establecido en México desde 1985? De poco sirve realizar actos globafóbicos y seudorrevolucionarios. ¿Cómo contrarrestar la presencia de los 15 mil restaurantes McDonald’s esparcidos por todo el mundo? Defiinitivamente, no con tractores. Lo reconozco: no hay nada más chocante que ver un McDonald’s en Francia, junto a la plaza del triunfo en París. O en Japón. Para quienes creen que el país se está convirtiendo en un McMéxico, duerman tranquilos: McDonald’s no es el diablo. El mismo fenómeno de mezclas culturales que está viviendo México ocurre en Estados Unidos (y, para tales efectos, en el resto del mundo). Así como algunos mexicanos se sienten "invadidos" por restaurantes de hamburguesas, hay también norteamericanos muy incómodos por la enorme influencia culinaria y cultural de México en Estados Unidos. La realidad es que la mexicanización de estados como Texas, California y Arizona es mucho más profunda que la McDonaldización de México. La influencia mexicana en Estados Unidos es gigantesca, abrumadora. En Estados Unidos se venden más tortillas que bagels y más salsa picante que ketchup. El taco le hace la guerra a la hamburguesa. En Estados Unidos hay por lo menos 40 millones de personas que hablan español; hay zonas urbanas donde ni siquiera es necesario aprender inglés. Cada año se venden millones y millones de libros en castellano. Hay tres cadenas nacionales de televisión y cientos de estaciones de radio en español. Es decir, Estados Unidos -a quienes muchos consideran con razón el invasor cultural número uno del mundo- también se siente invadido. El invasor se siente tan invadido -por inmigrantes, por la comida mexicana, por el español…- que 27 de los 50 estados norteamericanos han declarado al inglés como el idioma oficial. Aunque el gesto es absurdo e inútil. Si los datos del censo son correctos, en menos de 50 años casi 100 millones de latinos en Estados Unidos hablarán español. Sorry. Insisto: la globalización -aún con sus groseras mezclas, excesos y defectos- es preferible a regresar a un provincianismo de puertas cerradas. Cerrar las fronteras mexicanas a productos, restaurantes y alimentos norteamericanos no es una opción viable ya que tampoco quisiéramos que Estados Unidos dejara de comprar el 90 por ciento de todas las cosas que exporta México. Eso crearía aún más hambre y desempleo en México. Es cuestión de decidir qué queremos: un México abierto al mundo o un México provinciano, asustado, aislado. Así de simple. La lucha simbólica refleja un México orgulloso de sus tradiciones culturales. Eso hay que celebrarlo. ¿Hamburguesas en Oaxaca? Claro que sí, al igual que mole en París, pato Pekín y en Johannesburgo y pupusas en Los Ángeles. http://www.periodicoentretodos.net/index.php?option=com_content&task=view&id=171&Itemid=58 !http://www.galeon.com/elortiba/notapas/lenin_hamburguesa.jpg!
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